El gran viaje de la temporada

Sé que no tengo el don de la palabra como mi amigo Quincho -al que ya he citado varias veces por el altísimo nivel de sus idas de olla en prosa-, pero tengo que dar una noticia que me llena de orgullo y satisfacción: dentro de dos días salgo de viaje hacia Méribel -Francia- a sacar fotos de la última carrera de la Copa del Mundo de Descenso 2014. Tercera carrera de Copa del Mundo en catorce meses, tercera acreditación de prensa conseguida, tercer país... Y todo ello non sponsored.

Lo que no me llena tanto de orgullo y satisfacción es el viaje. Porque van a ser más de 1.600 kilómetros hacia cada lado metido en una Renault Scénic a reventar de maletas -y birras- acompañado de otras cuatro personas y solo parando para repostar, comer e ir al baño en el tiempo de un pit stop de una carrera de coches. Hablando en tiempo, el viaje durará aproximadamente diecisiete horas, que es lo que se tarda en ir de Ferrol a Méribel haciendo relevos en plan 24 Horas de Le Mans aunque el Señor Google diga que son 14. Mentiroso.

Qué se puede hacer en diecisiete horas? Pues por ejemplo escuchar un disco de duración normal unas diecisiete veces, aburrirse de escuchar ese disco de duración normal unas dieciséis veces, cantar "en la granja de Pepito" 4.080 veces, hacer tres de las cinco comidas diarias, pagar 87,45 euros de peajes, contar demasiados chistes, hacer 856.800 fotos en ráfaga con una Canon 1Dx y contar la vida y milagros de todos los ocupantes del coche. Bueno, de todos menos la mía, que yo solo aireo mi vida privada si una revista del corazón me paga lo suficiente o si el sobre B que me pasen es suficientemente abultado.

Una vez allí el mayor problema, aparte de que en francés solo sé decir "voulez vous coucher avec moi ce soir" -el famosísimo vulevú cushé avec muá sensuá-, va a ser levantarse todos los días a las siete de la mañana para ir al circuito a afotar. Bueno eso y evitar que uno que yo me sé vaya a la cárcel por liarla en estado de embriaguez. Por lo demás espero que todo vaya sobre ruedas: buenos viajes entre Méribel y Courchevel 1850 -que es donde dormimos y que por cierto no es el mismo pueblo que Courchevel 1100, 1300, 1550 o 1650-, buen tiempo, buen frío, buenos robos al hacer la compra y buenos perreos sanos con alguna francesa de buen ver. Y si puede ser, cinco o diez buenas fotos. Vamos, lo normal en estos casos.

Unos días después de otras diecisiete interminables horas de viaje de vuelta podréis ver algo de lo que saque allí, y ya me diréis si mereció o no la pena meterse en semejante berenjenal para ir a los Alpes a apretar dos mil veces un botón. Porque si sale bien no sé qué será lo siguiente...

Hala, nos vemos a la vuelta.

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