Tengo que escribir algo. Debería escribir algo. No sé si escribir algo...
Venga va, voy a escribir algo.
Siempre tuve -y sigo teniendo- el pensamiento de que una entrada en un blog sólo con fotos es como un yogur natural al que no se le echa azúcar, un gimnasio sin las típicas mujeres que solo van a ocupar las cintas de correr para andar, o yo qué se... una pole editada en el subforo general de Forocoches, de esas que hacen llorar al niño Jesús. Porque creo firmemente que un blog o página personal sirve para contar cosas, como las pajas mentales de cada uno, cómo se hizo tal foto, la situación geopolítica de Oriente Próximo, la cantidad de vino que se bebe el colega que cocina un pollo al vino mientras lo prepara, etc. Es más, podría publicar esta entrada sin poner ni una sola palabra, pero antes de hacer eso me haría una cuenta en flickr -o 500px, que dicen que tiene más glamour-, donde subir fotos es mucho más fácil y siempre hay el típico lameculos que te escribe "nice shot!" para que vayas a mirar sus fotos y le escribas también "nice shot!".
Pues os voy a contar. Yo antes molaba. Escribía cosas interesantes, idas de olla, resúmenes de carreras de descenso, idas de olla resumiendo carreras de descenso, etc. Pero después empecé a trabajar y el tema bajó cosa mala. Eso de andar metido en demasiadas cosas a la vez y no salir nunca de la rutina hacen que eso de procesar fotos no indispensables quede en un cuarto plano -el segundo es dormir y el tercero vegetar-. Y para una persona como yo, que necesita primero tener moral para escribir y después varias horas para escribir cuatro párrafos coherentes y con un mínimo de sentido -o no-, sacar tiempo para el blog es difícil. Para que os hagáis una idea, en 2010 publiqué cincuenta y nueve entradas, y en 2015... seis. Y bueno, huelga decir que la vagancia, que me lleva entre otras cosas a no afeitarme durante semanas y parecer un refugee de los malos, también tiene también algo que ver, pero estoy demasiado vago como para explicarlo así que nada.
Otra de las razones para dejar de publicar entradas aquí fue empezar a publicar artículos serios de las carreras de descenso a las que iba en una web especializada seria, obviamente tomándomelo en serio. Todo ello a cambio de reconocimiento a nivel nacional dudosamente conseguido y la enorme cantidad de cero euros -incluyendo las carreras finales de la Copa del Mundo de Descenso 2014 y 2015-, tomándomelo como si de un trabajo remunerado se tratase y con la responsabilidad de tener fotos y texto preparados pocos días después de cada carrera. Al final el tiempo que dedicaba a los artículos serios se lo quitaba al blog y total, poner las mismas fotos y tardar dos horas más en escribir aquí cuatro burradas que casi nadie iba a leer -la gente entra al blog por las fotos, no por mis rajadas, lo cual es perfectamente lícito- era tiempo perdido.
Yo antes me quejaba. Me quejaba de todo, rajaba y estaba en contra del mundo y de todo el mundo. Era como un Nick Miller pero jallejo. Ahora mismo solo se me ocurriría quejarme de cosas de política, porque trabajo en un sitio dominado por ella y es lo que me por desgracia me rodea todos los días, pero como empleado de un departamento técnico tengo que ser intachablemente objetivo y no por tanto no debo rajar sobre eso, así que hoy solo me quejaré de que el Corsa está empeñado en no romperse jamás, cosa que me fastidia sobremanera. La razón de ese fastidio la explicaré en el siguiente párrafo.
Resulta que tengo la mala costumbre de no gastar por vicio y no cambiar nada hasta que lo viejo deja de funcionar. Por ejemplo, hasta que mi hermano asesinó la primera cámara que tuve -que Dios la tenga en su gloria- no compré la nueva con todo su aparataje correspondiente, pensando en aquella época que estaba destinado sin duda a convertirme en fotógrafo de renombre mundial -introduzcan aquí sus risas-. La bici que tengo ahora no es nada del otro mundo y podría comprarme algo mejor, pero para qué si ésta funciona perfectamente. Y con el Corsa me pasa lo mismo. Me podéis creero si digo que quiero que salgan los pistones disparados a través del capó, que se le rompan los dos palieres a la vez o alguna movida semejante, pero está visto que es imposible y es muy probable que nos entierre a todos. Es frío como un congelador en invierno, no anda nada y es incómodo en viajes mínimamente largos, pero joder, funciona y pasa la ITV, y eso me cabrea. Además ya estoy mirando coches, pero como no tengo la necesidad imperiosa de comprar uno hasta que el Corsa no encienda no me doy decidido con tanta marca y tanto modelo. Me gustan todos y a la vez no me gusta ninguno.
Os voy a contar cómo sería mi coche ideal. Tiene que tener llantas pequeñas y ruedas de perfil alto, además de una altura libre al suelo considerable, para esos días del mes en los que me apetece meterme por pistas que llevan a sitios recónditos y extraños. Tiene que tener un motor diesel pequeño porque me sale del ****, y una potencia de alrededor de 100 cv, que no voy a echar carreras. El mantenimiento debe ser barato, sin necesidad de sacar toda la delantera para cambiar la correa de transmisión como en el Audi Allroad. No puede ser grande porque no quiero tener un barco, pero al mismo tiempo sería muy bueno que cupiera una bicicleta -de pletina simple- sin tener que pasar el coñazo de desmontar la rueda delantera, y no puede ser una monovolumen ni una furgoneta porque mi hermano dice que no, que las monovolúmenes son de puretas y las furgonetas de repartidores chungos. Ah, y no puede ser ni un SUV ni un coche del Grupo VAG -especialmente Audi-, que uno tiene sus convicciones. Como veis son unas características sencillas a la par que difíciles de cumplir en esta era de las llantas gigantes y coches arrastrados, pero es lo que hay. Al final mandaré todo a tomar por saco y me compraré una motocicleta, de ésas en las que hay que sabel subil, y bajal.
Y así, con mucho flow y total sutileza, y solamente una introducción y seis párrafos después, llegamos a escribir sobre motos, que es de lo que va esta entrada y de lo que no tengo ya ganas de escribir, que son las dos menos diez de la madrugada y no es plan estar aquí escribiendo hasta que se haga de día. Ahí quedáis con más fotos, como siempre.
Un saludo.
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