El fin de semana pasado se celebró el descenso urbano de Sarria, una de las carreras más importantes del año para los corredores y seguidores del descenso en Galicia que este año contó con la presencia de 84 corredores. Pero aquí no hemos venido a hablar de eso.
Aquí hemos venido a hablar de la particular noche sarriana pre-carrera, esa que empieza con un "bah no salgo que mañana voy a por el scratch" y que termina de muchas y variadas formas, casi tantas como corredores hay. ¿Y por qué existe esta "noche pre-carrera" en todas las carreras? Eso me pregunto yo, aunque tengo varias teorías que podrían dar respuesta a esa pregunta tan lógica y llena de sentido común.
Una primera opción es que el descenso urbano de Sarria es una prueba aparte, que no puntúa para ningún campeonato u open de Galicia, España o del universo conocido. Este dato lo sé porque acabo de ver la clasificación detallada del Open de Galicia y me acabo de quedar acojonado al ver a Pikas al frente de la clasificación Élite después de tres de las cinco carreras calendadas -estás muy fuerte hermano, es tu momento-, entre las cuales no está el DHU de Sarria. Obviamente, si no hay puntos no hay tanta seriedad ni profesionalismo, y salir de carallada la noche anterior es asumible.
Otra opción que se me ocurre es que al ser un descenso urbano celebrado en una villa pequeña, todo el mundo puede tardar menos de cinco minutos en llegar desde la cama al circuito, y todo el mundo puede tardar menos de cinco minutos desde los bares al hotel, albergue o furgoneta en donde pasar la noche, lo que es aún más importante.
Pero al final uno llega a la conclusión de que la respuesta no es solamente una de las dos opciones anteriores, sino que se trata de una mezcla de ambas, unidas además con el calor del verano y un ansia por lucir cuerpos serranos propia de una persona a la que -para proteger su identidad- vamos a llamar el Astronauta en día de carrera.
El caso es que después de muchos años prometiendo que "el año que viene me quedo en Sarria el sábado por la noche", y después de los mismos años incumpliendo la promesa, esta vez sí que me quedé, reservando previamente una habitación en la Pensión Blasones -totalmente recomendable si queréis que os pongan problemas para subir la bici a la habitación o que os despierten a las diez de la mañana para echaros, aunque la hora límite de salida sean las doce-.
El plan comenzó a gestarse durante los concursos de dirt jump y pumptrack -ganados por Carolo y Cortiboy respectivamente, aunque es un dato poco relevante para esta historia-, donde por un lado me encontré con la invitación a salir "de tranki" por parte del sector ferrolano-naronés -formado por el Eterno senior y Míster cencerro-, y con otra invitación por parte de otro grupo de personajes que pasaré a presentar más adelante y que incluía al ya algo alcoholizado speaker de las dos pruebas.
Con esta variedad de opciones, y visto que la vida hay que tomársela con tranquilidad y sosiego, terminé aceptando la primera invitación, que como estaba previsto transcurrió con calma y buen rollo acompañado de una 1906. Lo bonito vendría después, al unirnos el Eterno senior, Míster cencerro y yo con el "grupo de la muerte", formado entre otros por unos personajes a los que -por proteger sus identidades- llamaré el Jabalí, el Eslovaco, el Campeón, el anteriormente mencionado Astronauta, Moe y el Macedano con acento de jicho de Vigo. Y eso que empezamos suavemente, sentados en una terraza con mucha más gente entre risas e historias de bicis. Sólo un apunte: el Campeón fue capaz de rechazar una copa de licor café cortesía de la casa, y menos mal que el desprecio lo hizo en Sarria, porque lo llega a hacer aquí en Ourense y no sale con vida de ésa.
Aproximadamente a las dos de la mañana, el Eterno senior, Míster cencerro y el Campeón optaron por la cobardía de hacer la bomba de humo y se fueron a dormir -acto entre lamentable y muy lamentable, ya que los dos primeros ni tenían que correr y el tercero decía que iba a por el scratch en la carrera sabiendo que... bueno, que seguramente no lo haría-. Mientras, el resto optamos por una estrategia conservadora, esto es, seguir de fiesta como si al día siguiente no hubiera que correr o sacar fotos.
En las horas siguientes las copas siguieron cayendo, los bailes -que veréis en el próximo "into the scope" de Mortiso- y los perreos se sucedieron sin descanso, y se contaron mil y una historias sobre las carreras, los corredores y las fiestas de otros años. También surgieron cuasi-infidelidades y algún que otro amor cosmonáutico -lo cual me lleva a poner un LIINK a un breve pero sabio refrán-, e incluso un mítico del descenso gallego, al que llamaré Comida a la brasa grasienta, apareció y desapareció varias veces acompañado de una "amiga de toda la vida". Está muy loco ese hombre.
En cierto momento, cerca del final de la noche, la situación era la siguiente: mientras muchos ya habían caído en combate, el Jabalí iba de un lado para otro en busca de jabalina, el Astronauta no contactaba con Houston y el Macedano con acento de jicho de Vigo estaba dándolo todo como improvisado speaker-dj a la vez que ligaba con la camarera de un pub. Mientras, yo ayudaba con mi borderío innato al Eslovaco a librarse del ejército de mujeres de dudosa belleza que lo acosaban. Y en esto aparecieron Moe medio muerto de frío acompañado de una fotógrafa, con la que empecé a debatir de frikadas fotográficas. O eso me pareció a mí, ya que aún hoy y sin saber por qué ese momento es motivo de escarnio hacia mi persona por parte de todos los presentes. Por si acaso pido disculpas por si solté alguna burrada -yo es que bebo poco, pero cuando bebo me convierto en otra persona y ésa sí que bebe algo más...-.
Poco tiempo después, y ya con el sol saliendo por el horizonte, un servidor se fue a dormir. Poco tiempo después, y ya con el sol luciendo, el de la pensión me "echó" de la habitación. Y poco tiempo después, y ya con el sol calentando, llegué al circuito. Allí me contaron que el Jabalí terminó la noche haciendo ejercicios físicos en la furgoneta y que el Macedano con acento de jicho de Vigo acabó durmiendo -solo media hora- en la red de seguridad del salto de meta. De los otros no supe nada especialmente reseñable, pero viendo sus caras durante la mañana imagino que terminarían en un estado igual de lamentable. Como podréis suponer, con tanta indefinición en los momentos finales de cada participante me es prácticamente imposible saber quién se llevó el scratch en categoría Noche, pero como dicen por ahí, lo importante es participar.
Después de todo esto que acabo de contar y de pasar un domingo horrible, sé que hubo una carrera de descenso -clasificaciones AQUÍ-, más que nada porque en mi cámara hay unas fotos de bicicletas saltando rodando sobre maderas, bajando escaleras y cosas así, que si os fijáis son las que aparecen en esta entrada. Y porque tengo en mi poder una camiseta personalizada de fotógrafo cortesía de la gente del DHG Team, que siempre se portan fenomenal con nosotros. Demasiado bien, pero es que ellos son grandes tipos por naturaleza. Los mejores.
Ya solo me queda dejar por escrito mi compromiso firme de repetir en 2017 la fiesta de este año, así que a partir de aquí el resto de las fotos van seguidas y sin interrupciones publicitarias. Disfrútenlas, y si creen que la calidad de las mismas no es igual a la de otras carreras, ya saben el motivo y ruego me disculpen.
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